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29 de octubre de 2010

RENDIR CULTO A LOS MUERTOS, RECIBIRLOS, RECORDARLOS


Algunos pueblos de Mesoamérica tenían la costumbre de adorar bultos hechos con objetos sagrados colocados en altares familiares, en los que se guardaban los restos óseos de antepasados, los consagraban igual que a las representaciones de sus deidades y les prodigaban cultos familiares, desde sus inicios, la cultura mexicana ha mantenido una relación cercana y hasta reverente hacia la muerte, relación que con el tiempo se convirtió en un culto que llegó a extenderse por muchos rincones y civilizaciones del México antiguo, entre ellos la de los mexicas. El culto a la muerte existe en México desde hace más de tres mil años. los antiguos pobladores de lo que hoy es la república mexicana concebían a la muerte como algo necesario y que le ocurre a todos los seres en la naturaleza. Tenían por seguro que los ciclos en la naturaleza como la noche y el día, la época de secas y lluvias eran el equivalente a la vida y la muerte.
Los mexicas heredaron de épocas antiguas a dos dioses: mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, el señor y la señora del Mictlan la región de los muertos. a este lugar iban los hombres y mujeres que morían de causas naturales. pero el camino no era fácil. Antes de presentarse ante el señor y señora de la muerte había que pasar numerosos obstáculos; piedras que chocan entre sí, desiertos y colinas, un cocodrilo llamado Xochitonal, viento de filosas obsidianas, y un caudaloso río que el muerto atravesaba con la ayuda de un perrito que era sacrificado el día de su funeral.

Finalmente el difunto llegaba ante la presencia de mictlantecuhtli y mictecacihuatl, señores de la oscuridad y la muerte. La tradición dice que entonces se le entregaba a los dueños del inframundo ofrendas. Este detalle es muy importante ya que con el tiempo estas ofrendas seguirán presentes en los altares.

Mictlantecuhtli y mictecacihuatl fueron sin lugar a dudas las deidades a quienes se encomendaban a los muertos pero también eran invocados por todo aquel que deseaba el poder de la muerte. Su templo se encontraba en el centro ceremonial de la antigua ciudad de México Tenochtitlan, su nombre era Tlalxico que significa “ombligo de la tierra”, hileras de cráneos.

Había otras representaciones de la muerte entre los mexicas. por ejemplo el Tzompantli, “hileras de cabezas”. Este Tzompantli no era otra cosa que unos palos en donde se ensartaban cráneos y se formaban grandes hileras como en los ábacos utilizados por los niños para contar.
Estos Tzompantlis se encontraban en los grandes templos del México antiguo y eran considerados como una parte importante del culto de sacerdotes y gente común. Además de los Tzompantlis tan conocidos y famosos también existían diferentes representaciones de la muerte representados casi siempre en figuras de calaveras talladas en piedra, en barro, o bellamente pintadas en los libros antiguos llamados códices.

También se han encontrado calaveras humanas adornadas con pedernales y conchas por ojos. El significado de estas calaveras era una ofrenda a los señores de la muerte. así, por donde quieran aparecen los rastros de la muerte descarnada, están en los adornos de la diosa Coatlicue, en las ofrendas en incensarios rituales, en figuras de todo tipo y tamaño.
Todo esto nos dice que hubo un culto muy fuerte a la muerte entre los antiguos mexicanos. Conocidos también como aztecas, los mexicas mantenían como parte de sus creencias al culto de dos dioses, Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, "señor " y "señora" de la oscuridad y la muerte, a quienes no sólo se les encomendaba los difuntos, sino que también se les invocaba para conseguir otros favores relacionados con la muerte.
La colonización española logró disminuir el culto a la muerte, pero no erradicarlo, de manera que permaneció oculto hasta el siglo XIX, cuando ocurrió un resurgimiento en su devoción.
Una de las imágenes que sobrevivió a dicha destrucción es la que se encuentra en Chiapas, le rinden culto a un esqueleto de madera el cual tiene su templo, según el relato de los creyentes es una replica del esqueleto de San Pascualito, quien va por las personas después de morir.

La riqueza histórica de una tradición únicamente mexicana el festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba el noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y se celebraba durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la "Dama de la Muerte" (actualmente relacionada con "la Catrina", personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las viudas de parientes fallecidos.
México es un país rico en cultura y tradiciones; uno de los principales aspectos que conforman su identidad como nación es la concepción que se tiene sobre la muerte y todas las tradiciones y creencias que giran en torno a ella.
El Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. A este sitio se dirigían aquellos que morían en circunstancias relacionadas con el agua: los ahogados, los que morían por efecto de un rayo, los que morían por enfermedades como la gota o la hidropesía, la sarna o las bubas, así como también los niños sacrificados al dios. El Tlalocan era un lugar de reposo y de abundancia. Aunque los muertos generalmente se incineraban, los predestinados a Tláloc se enterraban, como las semillas, para germinar.
El Omeyocan, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los cautivos que se sacrificaban y las mujeres que morían en el parto. Estas mujeres eran comparadas a los guerreros, ya que habían librado una gran batalla, la de parir, y se les enterraba en el patio del palacio, para que acompañaran al sol desde el cenit hasta su ocultamiento por el poniente. Su muerte provocaba tristeza y también alegría, ya que, gracias a su valentía, el sol las llevaba como compañeras. Dentro de la escala mesoamericana de valores, habitar el Omeyocan era un privilegio.
El Mictlán, destinado a quienes morían de muerte natural. Este lugar era habitado por Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, señor y señora de la muerte. Era un sitio muy oscuro, sin ventanas, del que ya no era posible salir.
El camino para llegar al Mictlán era muy tortuoso y difícil, pues para llegar a él las almas debían transitar por distintos lugares durante cuatro años. Luego de este tiempo, las almas llegaban al Chicunamictlán, lugar donde descansaban o desaparecían las almas de los muertos.
los niños muertos tenían un lugar especial, llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba. De esta forma, de la muerte renacería la vida.

Calaveritas de dulce, pan de muerto, frutas de colores vivos, flores de aromas especiales, alimentos que el difunto disfrutará como lo hacía en vida, retrato del difunto, un vaso con agua, sal, un santo de la devoción y las imprescindibles velas, eso es México, disfrútalo, esa es la tradición viva de tu País.

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