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7 de mayo de 2010

Tres pies al gato y un ojo al garabato


Vivimos en el mundo del revés.
Hasta que nos demos cuenta de que nos hacemos la vida imposible, hasta que se nos llene la cabeza de sangre al punto de casi explotar.
Nuestro tiempo, nuestros días, la gente que nos rodea, quien nos mira, quien nos juzga; todo se va agrupando como nudos en una cuerda, como cuentas en un rosario que tenemos que rezar, mentira, a nadie debemos nada, pero démosle al mundo todo.
Si dejamos de sonreir, nos sentimos lejos de donde resplandece el brillo, y opacamos con sutil indiferencia las cosas vitales, pequeñas señales de la verdadera dicha.
Somos dueños de nuestra felicidad, pero le buscamos tres pies al gato, tenemos tantas cosas en mente, soñamos, pero evitamos vivir esos sueños, porque estamos con un ojo al garabato...

Aclaro:
El mundo es capaz de dar monstruos, hermosas bestias, figuras amorfas, con formas maravillosas y si está en nuestro espíritu buscarle más o menos pies a algo, ponerle otro color a las cosas, decirlas y vivirlas distintas, sentirse afortunadamente diferente; es porque ese límite establecido lo estamos atravesando yo le llamo umbral liberador, y tras hacer eso, uno no se debe detener, pues vienen siempre mejores cosas.

Exígete vivir, cuando sientes la muerte cerca.

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